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viernes, 3 de abril de 2015

Jesús de carne y hueso...

"...En aquel tiempo apareció un hombre, si es posible llamarlo así... Su naturaleza era humana, pero su apariencia era algo más que la de un hombre. Efectuaba maravillosos milagros, muy poderosos. Y todo cuanto forjaba través de un poder invisible, lo forjaba por palabra y mando. Algunos decían de él: Nuestro primer creador de la Ley se ha levantado de entre los muertos y ha realizado muchas curaciones y artes... No obstante, en muchos aspectos desobedecía a la Ley, no guardando el Sábado de acuerdo con la costumbre de nuestros padres. Mucha gente le seguía y aprendía sus enseñanzas, y muchas almas se emocionaron al pensar que, gracias a él, las tribus judías se verían libres de las manos romanas. Tenía la costumbre de detenerse, por lo general junto a la cuidad, en el Monte de los Olivos, donde también sanaba a los enfermos. Y cuando el conocimiento de todo esto llegó a los oídos de los caudillos judíos, se reunieron con el Sumo Sacerdote y así hablaron: Somos impotentes y demasiados débiles para resistir a los romanos. Pero como el arco está inclinado, iremos a comunicarle a Pilatos lo que hemos oído y, de esta manera, estaremos a salvo, a menos que lo sepa por otros y seamos robados de nuestra subsistencia y hasta asesinados y dispersados los hijos de Israel..." (Pasaje histórico procedente del manuscrito "La guerra de los judíos", escrito en arameo por Flavio Josefo, nombre romano del judío Jose Ben Matías, aristócrata nacido en el año 37 de nuestra era, prácticamente educado como príncipe judío, y que después de conquistada Jerusalén por los romanos, en el año 66 fue encargado de escribir la historia de su campaña militar en la Galilea para magnificar las hazañas de los judíos). Este manuscrito descubierto hace pocos años, confirma históricamente que Jesús (El llamado Cristo) existió, y fue un hombre de carne y hueso que cambió la historia de la humanidad.

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